La casa de los espejos: una historia de terror y magia 🏚️🪞

Carlos y Ana eran una pareja de jóvenes que buscaban una casa para mudarse juntos. Un día, encontraron un anuncio de una mansión antigua que se vendía a un precio muy bajo. Les pareció una oportunidad única y decidieron ir a verla.

La mansión estaba ubicada en las afueras de la ciudad, rodeada de un bosque sombrío. Tenía un aspecto imponente, pero también decadente y abandonado. Lo que más les llamó la atención fue que todas las habitaciones tenían grandes espejos en las paredes, el techo y el suelo.

El dueño de la casa les recibió con una sonrisa nerviosa. Les dijo que la mansión había pertenecido a un famoso mago que había desaparecido misteriosamente hace muchos años. Les advirtió que la casa tenía una maldición: quien entrara en ella no podría salir jamás, a menos que encontrara la salida secreta que el mago había ocultado en uno de los espejos.

Carlos y Ana se rieron de la historia y pensaron que era una estrategia para asustarlos y bajar el precio. Le dijeron al dueño que les gustaba la casa y que querían comprarla. El dueño les entregó las llaves y les deseó suerte.

Carlos y Ana entraron en la mansión con ilusión. Empezaron a explorar las habitaciones, admirando los muebles antiguos y los objetos curiosos. Se miraban en los espejos y se hacían bromas. Todo parecía normal, hasta que se dieron cuenta de que no podían salir.

Intentaron abrir la puerta principal, pero estaba cerrada con llave. Buscaron otras salidas, pero todas estaban bloqueadas. Se asomaron por las ventanas, pero solo veían el bosque oscuro. Se comunicaron con sus celulares, pero no tenían señal.

Entraron en pánico y empezaron a gritar, esperando que alguien los oyera. Pero nadie vino a ayudarlos. Estaban atrapados en la casa de los espejos.

Recordaron la advertencia del dueño y decidieron buscar la salida secreta. Pensaron que quizás era una broma del mago y que si resolvían el enigma podrían escapar.

Recorrieron todas las habitaciones, examinando cada espejo con atención. Pero no encontraron ninguna pista ni indicación. Solo veían sus propios reflejos, cada vez más angustiados y desesperados.

Pasaron horas, días, semanas, meses… Carlos y Ana perdieron la noción del tiempo. Se quedaron sin comida ni agua. Se enfermaron y se debilitaron. Se pelearon y se odiaron. Se arrepintieron y se amaron.

Un día, Carlos tuvo una idea. Pensó que tal vez la salida secreta estaba en el espejo más grande de la casa, el que estaba en el salón principal. Se arrastró hasta allí, seguido por Ana. Se pusieron frente al espejo y lo tocaron con sus manos temblorosas.

Entonces, ocurrió algo increíble. El espejo se abrió como una puerta y dejó ver un pasillo oscuro. Carlos y Ana sintieron una esperanza fugaz y entraron en el pasillo.

Pero pronto se dieron cuenta de que habían cometido un error fatal. El pasillo no era una salida, sino una trampa. El mago había preparado un mecanismo que hacía que el pasillo se llenara de cuchillas afiladas que se movían rápidamente.

Carlos y Ana no tuvieron tiempo de reaccionar. Las cuchillas los cortaron en pedazos, sin dejar rastro de ellos.

El espejo se cerró de nuevo, ocultando el horror.

La casa de los espejos quedó en silencio, esperando a su próxima víctima.

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