La Yacuruna Leyenda de Perú

Un día, una joven llamada Suma se fue al río a lavar su ropa. Era una muchacha bonita y alegre, que vivía con su abuela en una pequeña choza. Su abuela le había advertido que no se acercara al río de tarde, pues allí habitaba el temido Yacuruna, un hombre pez que salía a la superficie en forma de un apuesto hombre seductor que raptaba a las mujeres, que luego las llevaba a su reino bajo el agua, donde las convertía en sus esposas. Las mujeres que caían en su embrujo perdían la memoria y el contacto con el mundo exterior.

Pero Suma no le hizo caso, pues era curiosa y valiente. Además, no creía en esas historias que le parecían cuentos de viejas.

Suma llegó al río y se puso a lavar su ropa. El agua estaba fría y cristalina, y el sol del atardecer se reflejaba en las olas. Suma se sintió tentada de bañarse, y se quitó su vestido. Se metió al agua y se sumergió, sintiendo una sensación de libertad y placer. Al salir a la superficie, vio a un hombre que la observaba desde la orilla. Era un hombre joven y guapo, de piel morena y cabello negro. Llevaba una camisa blanca y un pantalón de tela. Tenía unos ojos verdes que brillaban como esmeraldas. Suma se sonrojó y se cubrió con sus manos.

  • ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? – le preguntó Suma, con voz temblorosa.
  • Soy un viajero que pasa por aquí. Me llamo Yaco. Te vi desde lejos y me acerqué a saludarte. Eres muy hermosa, ¿sabes? – le respondió el hombre, con voz dulce y seductora.
  • Gracias, pero no te conozco. Déjame en paz, por favor – le dijo Suma, con timidez.
  • No tengas miedo, no te haré daño. Solo quiero hablar contigo, conocerte mejor. ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? – le insistió el hombre, acercándose al agua.
  • Me llamo Suma, y vivo con mi abuela en una choza cerca de aquí. Pero no te puedo decir más, no confío en ti. Ahora vete, antes de que alguien nos vea – le dijo Suma, con firmeza.
  • No seas tan dura, Suma. No soy un extraño, soy tu amigo. Mira, te he traído un regalo. Es una flor muy bonita, que crece solo en el fondo del río. Tómala, es para ti – le dijo el hombre, extendiéndole una flor azul.

Suma miró la flor, y sintió una extraña atracción. Era una flor hermosa, de un color que nunca había visto. Tenía un aroma dulce y embriagador. Suma se acercó al hombre, y tomó la flor. Al hacerlo, sintió un escalofrío. El hombre le sonrió, y la tomó de la mano.

  • Ven conmigo, Suma. Te llevaré a un lugar maravilloso, donde seremos felices. Te mostraré las maravillas del río, y te haré mi reina – le dijo el hombre, tirando de ella.
  • No, no quiero ir contigo. Suéltame, por favor. Tengo que volver con mi abuela, ella me espera – le dijo Suma, asustada.
  • No te preocupes por tu abuela, ella no te extrañará. Pronto te olvidarás de ella, y de todo lo demás. Solo pensarás en mí, y en nuestro amor – le dijo el hombre, arrastrándola al agua.

Suma se resistió, pero fue inútil. El hombre era más fuerte que ella, y la sumergió en el río. Suma gritó, pero nadie la escuchó. El hombre la besó, y ella perdió el sentido.

Así fue como Suma se convirtió en la esposa de la Yacuruna, el dios de los ríos amazónicos. Nunca más volvió a ver la luz del sol, ni a su abuela, ni a su pueblo. Solo vivía para la Yacuruna, que la tenía encantada. Suma se olvidó de quién era, y de dónde venía. Se volvió una yacuruna, como él.

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