La Radio Maldita

La noche envolvía a la ciudad en un manto de oscuridad, sus calles cobijaban secretos insondables y un silencio inquietante. Daniel, un taxista con décadas de experiencia en las noches sombrías, era un espectador perpetuo de las historias de sus pasajeros, pero su propia vida era rutinaria y sin incidentes. Eso cambió la noche en que la malevolencia emergió de las ondas de la Radio Maldita.

En lugar de ser solo una radio, la emisora era un portal a lo desconocido, una entrada a un mundo de pesadilla. La estática que llenaba la cabina de su taxi era un eco de lamentos y susurros siniestros que le helaban la sangre. Los mensajes crípticos que surgían de la radio eran como predicciones de un vidente macabro.

Lo que comenzó como una casualidad se convirtió en una espiral hacia la locura. Los mensajes de la radio describían con escalofriante precisión los accidentes y crímenes que ocurrían en la ciudad. Daniel, intrigado y aterrado por igual, se sentía irresistiblemente atraído por estos escenarios predestinados. Se convirtió en un voyeur de sucesos ominosos, un testigo involuntario de la tragedia.

Las voces en la radio parecían conocer el futuro con una claridad perturbadora. Y Daniel, seducido por la macabra certeza de las predicciones, a veces intervenía en un intento desesperado por alterar el curso de los acontecimientos. Corría hacia los lugares donde la tragedia se cernía y, en ocasiones, lograba cambiar el destino de las víctimas, pero su papel en el juego siniestro se volvía cada vez más oscuro.

Sin embargo, una noche, un mensaje inquietante lo dejó paralizado de miedo. La radio transmitió la descripción de un accidente automovilístico catastrófico en un cruce de la ciudad, y Daniel se dio cuenta de que él era el protagonista de esa tragedia. Un sudor frío recorrió su espalda al comprender que no podía escapar de su destino cruel.

Desesperado y temblando, Daniel aceleró su taxi en dirección contraria a la predicción de la radio, pero la fatalidad ya lo había abrazado con firmeza. La realidad se retorció y se desgarró, y el accidente se desencadenó de todas formas. Su vida llegó a un abrupto y violento final, dejando su cuerpo destrozado y su mente sumida en la oscuridad eterna.

Mientras yacía moribundo en el interior de su taxi destrozado, aún podía escuchar la voz de la radio emergiendo de la estática. La Radio Maldita seguía transmitiendo sus mensajes crípticos, insinuando que este ciclo de predicción y tragedia nunca tendría fin. La verdadera naturaleza de la radio y su conexión con el destino de Daniel quedaron como un insondable enigma, una eterna pesadilla que acecha en la oscuridad de la ciudad.

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