La Hermana que Nunca Fue

Carlos era un hombre que sufría de alucinaciones auditivas y visuales debido a un trauma infantil. Él creía que su padre, que lo maltrataba y lo encerraba en el sótano, seguía vivo y lo perseguía para hacerle daño.

Carlos vivía solo en una casa aislada, donde intentaba escapar de sus fantasmas.

Un día, recibió una llamada del hospital donde se hizo unos análisis de sangre. Le dijeron que tenía que ir urgentemente, y que trajera a algún familiar con él. Le mencionaron que en los registros apareció que tenía una hermana llamada Elena, que vivía en otra ciudad y fue notificada.

Carlos no recordaba tener una hermana llamada Elena. Pensó que era otra trampa de su padre para poder tenerlo controlado.

Al día siguiente, llamaron a su puerta. Vio a una mujer rubia y delgada, vestida con un abrigo rojo y una maleta. La mujer le sonrió y le hizo un gesto con la mano. Carlos no recordaba su rostro.

Se presentó como Elena, su hermana.

Elena le dijo que había venido a visitarlo porque se había enterado de su situación por el hospital. Le dijo que quería ayudarlo a superar su problema y le propuso ir a una terapia.

Carlos pronto empezó a sospechar que Elena no era quien decía ser, sino una impostora enviada por su padre para engañarlo y torturarlo.

Carlos se volvió cada vez más paranoico y con pensamientos violentos, hasta que decidió matar a Elena para liberarse de su influencia.

En la noche, mientras ella dormía, entró en su habitación con un cuchillo y le clavó varias puñaladas en el pecho. Luego, encendió las luces y vio lo que había hecho.

Elena estaba muerta en la cama, bañada en sangre. En su mano, sostenía una foto de ellos dos cuando eran niños, sonriendo y abrazados. En el reverso de la foto, había una nota escrita por ella:

“Querido Carlos,

Sé que no me recuerdas, pero yo nunca te olvidé. Eres mi hermano, y te quiero mucho. Sé que has sufrido mucho por culpa de nuestro padre, pero él ya no está. Fue él quien murió en el incendio, no tú. Tú eres el único que sobrevivió.

Yo también escapé de él hace años, y me fui a vivir lejos. Pero siempre estuve pendiente de ti, aunque no te lo dijera. Cuando me llamaron del hospital para decirme que estabas enfermo, no lo dudé ni un momento. Quería verte y ayudarte.

No te culpo por nada de lo que has hecho o dicho. Sé que no eres tú, sino tu enfermedad la que te hace ver cosas que no son reales. Por eso te traje esta foto, para que vieras la verdad. Para que vieras que somos hermanos, y que siempre lo seremos.

No tengas miedo, Carlos. No estás solo. Yo estoy contigo.

Te quiero,

Elena”

Carlos leyó la nota y sintió un dolor insoportable en el pecho. Se dio cuenta de que había cometido un terrible error, y que había matado a la única persona que lo quería y lo entendía. Se dio cuenta de que su padre ya no vivía, sino que era una proyección de su mente enferma.

Carlos soltó el cuchillo y se acostó junto al cuerpo de Elena. La abrazó con fuerza y le pidió perdón entre lágrimas. Luego, fue a la cocina y abrió las perillas de la estufa, esperando que toda la casa estuviera llena de gas y después encendió el fuego.

Carlos murió quemado vivo junto a Elena, sin saber que ella había sido su salvación.

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