Inocente

Camila estaba en su casa, temblando de miedo. Su corazón latía con fuerza mientras observaba a su madre acercándose.

Sin pensarlo dos veces, salió corriendo por el pasillo principal. El sonido de sus pies descalzos golpeando el suelo resonaba en la casa. El miedo la impulsaba a escapar a toda velocidad mientras su madre la perseguía, gritando su nombre enojada.

Buscaba desesperadamente un lugar seguro para esconderse. Cada rincón de la casa se volvía una opción, pero sabía que su madre estaba detrás de ella, sin intención de dar marcha atrás.

Corrió hacia las escaleras, con los ojos llenos de lágrimas y la respiración agitada. La adrenalina la impulsaba a subir los escalones de dos en dos.

Se adentró en su dormitorio y cerró la puerta con cuidado, intentando hacer el menor ruido posible. La habitación estaba en penumbras, y el silencio solo era interrumpido por la pesada respiración de Camila.

Camila buscó un escondite rápido. Se deslizó debajo de la cama, con el corazón latiendo tan fuerte que temía que su madre pudiera escucharlo desde el otro lado de la puerta. Desde su escondite, podía ver luz del pasillo filtrándose bajo la puerta de la habitación.

Camila contuvo la respiración, temerosa de que fuera descubierta en cualquier momento. El tiempo parecía detenerse mientras aguardaba en su escondite seguro, preguntándose si había escapado o si su madre la encontraría.

La puerta se abrió lentamente, y su madre entró en la habitación con una expresión furiosa en el rostro. Buscó con la mirada a su hija, y sus ojos se posaron bajo la cama.

Con un rápido movimiento, su madre se inclinó y agarró a Camila con fuerza. La niña forcejeó, tratando de liberarse de las garras de su madre, pero sus esfuerzos fueron en vano. La mano de su madre se cerró aún más fuerte en su brazo, y la arrastró fuera de su escondite.

Camila luchaba y gritaba, desesperada por escapar de la ira de su madre. Pero su madre era más fuerte, y la llevó a rastra por el pasillo hacia la puerta principal. Camila pateaba y se retorcía, pero no podía liberarse.

Finalmente, su madre la metió en el auto y la encerró en el asiento trasero. Camila golpeó las ventanas y gritó, pero su madre no cedió. Arrancó el motor del auto y se alejó de la casa, con su hija atrapada en el asiento trasero, impotente y llena de miedo.

El auto se detuvo en un lugar con edificios viejos y desgatados. Su madre la sacó del auto con firmeza y la llevó hacia uno de esos edificios.

El sonido de los llantos desgarradores de varios niños llenaba el aire. Camila se estremeció al escuchar esos lamentos.

Los gritos que provenían de una habitación cercana eran como de otro mundo, aterradores e infernales. El llanto intenso de Camila se mezclaba con los sonidos atroces que inundaban el lugar.
Su madre la empujó hacia la habitación. Camila se resistió, intentando retroceder, pero su madre la forzó a entrar.

Camila, con el corazón en un puño y lágrimas inundando su rostro, gritaba y pataleaba, pero su madre no parecía escuchar ni sentir su angustia.

La puerta se cerró tras ella con un golpe sordo.

Un señor viejo y sin cabello, con su voz ronca y áspera, pronunció una sola palabra: “cartilla”.

La madre de Camila sacó un objeto de su bolso y se lo entregó al hombre. El hombre la examinó rápidamente y se dirigió hacia Camila.

Los gritos agonizantes de la niña resonaban en todo el lugar mientras el hombre se acercaba.

“Camila, esto no te va a doler”, dijo el hombre, tratando de calmarla.

Con un movimiento rápido, le aplicó la vacuna contra la influenza.

Camila sintió la picadura de la aguja y soltó un grito de dolor. Sus lágrimas corrían por su rostro mientras se aferraba al brazo de su madre. El proceso había sido aterrador.

El doctor se apartó, mirando a Camila con compasión. “¿Quieres una paleta?”, le preguntó, tratando de aliviar la situación.

Camila, entre sollozos y aun temblando por la experiencia, respondió con voz entrecortada “s-shi”. El doctor sacó una paleta y se la ofreció a la niña, quien la tomó con manos temblorosas.

Camila salió del hospital chupando su rica paleta.

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