Los Muertos NO HABLAN

La tarde caía suavemente sobre la pequeña ciudad costera. El sol se reflejaba en las aguas del océano, creando destellos dorados en la playa. Laura y Daniel caminaban de la mano por el paseo marítimo, disfrutando de la brisa marina y el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla.

El ambiente era mágico, con la mezcla de colores cálidos del atardecer pintando el cielo de tonos naranjas y rosados. El aire estaba impregnado de un aroma a sal y a libertad, y se sentía como si el mundo entero hubiera desaparecido, dejándolos solos en ese rincón del paraíso.

Se detuvieron frente a un viejo faro que se alzaba majestuoso en el extremo del paseo marítimo. Laura miró a Daniel con una sonrisa nerviosa y sus ojos brillaban con emoción.

Daniel le tomó suavemente el rostro con ambas manos y la miró profundamente a los ojos.

“Laura”, dijo Daniel con voz suave, “No hay un lugar en el mundo donde prefiera estar que aquí, contigo, en este momento. Eres lo más importante en mi vida, y te amo más de lo que las palabras pueden expresar.”

Los ojos de Laura se llenaron de lágrimas de felicidad, y respondió, “Daniel, yo también te amo con todo mi corazón.

La pareja siguió disfrutando de su cita en la ciudad costera antes de tomar camino a casa.

Después de un día lleno de amor y emociones, Laura regresó a su acogedor departamento que compartía con su hermana Isabella. Isabella estaba en la sala, sumida en su lectura, pero al ver entrar a Laura con una sonrisa radiante en el rostro, dejó de leer y la miró con curiosidad.

“¡Laura! Tienes la mirada de alguien que ha tenido un día maravilloso. ¿Qué hiciste hoy?”, preguntó Isabella con entusiasmo.

Laura no pudo evitar reír y se sentó en el sofá junto a Isabella. “Oh, Isa, fue un día increíble”, dijo Laura con emoción en su voz. “Daniel y yo fuimos a la ciudad costera a dar un paseo por el malecón. La puesta de sol era hermosa, y nos besamos junto al faro. Fue tan romántico y perfecto.”

Isabella sonrió ampliamente y se levantó para abrazar a su hermana. “¡Eso suena maravilloso, Laura! Estoy tan feliz por ti. Te mereces todo el amor y la felicidad del mundo.”

Laura correspondió al abrazo de Isabella con gratitud. “Gracias, Isa. Sabes cuánto significa Daniel para mí, y estoy agradecida de tener tu apoyo en mi vida.”

Isabella se separó del abrazo y miró a Laura con una expresión de alegría. “Siempre estaré aquí para ti, Laura. Tu felicidad es importante para mí, y me alegra que hayas encontrado a alguien tan especial como Daniel.

Las hermanas pasaron un tiempo juntas, platicando como fue su día, posteriormente cada una se fue a su habitación.

Al día siguiente, Laura se despertó un poco más tarde de lo habitual. El sol se filtraba a través de las cortinas de su habitación, recordándole que un nuevo día había comenzado. Isabella ya se había levantado y se dirigía a la universidad, dejando a Laura sola en su departamento.

Laura se estiró en la cama y se levantó con calma, disfrutando del silencio de la mañana. Sabía que tenía que ponerse en marcha, así que se dirigió al baño para bañarse y arreglarse. Mientras se vestía, su mente seguía pensando en el hermoso día que había pasado con Daniel en la playa.

Mientras Laura se peinaba, notó que se había quedado sin crema para el cabello. Sabiendo que Isabella solía tener una reserva en su cuarto, decidió ir a buscar un poco prestado. Laura salió de su habitación y se dirigió al cuarto de Isabella, que estaba abierto, como de costumbre.

Entró en el cuarto y comenzó a buscar la crema en el tocador de Isabella. Mientras revolvía los cajones en busca de la crema, sus ojos se posaron en una pequeña caja de regalo, elegantemente envuelta y atada con un lazo de color rojo.

La curiosidad se apoderó de Laura, y decidió tomar la caja en sus manos. Con cuidado, desató el lazo y abrió la caja. Lo que encontró la dejó completamente sorprendida. En el interior de la caja yacía una hermosa pulsera de plata con un diseño delicado, adornada con pequeñas piedras preciosas.

Laura tomó la pulsera en sus manos, maravillada por su belleza, pero lo que realmente la dejó sin aliento fue la pequeña nota que acompañaba el regalo. La nota estaba escrita a mano y decía: “Para la persona que ilumina mi mundo, Isabella. Con todo mi amor, Daniel.”

El corazón de Laura dio un vuelco mientras leía esas palabras. No podía creer lo que veían sus ojos. La pulsera era un regalo de Daniel para Isabella, una declaración de amor escrita en una nota. Laura se sintió como si estuviera atrapada en una tormenta de emociones, sin saber qué hacer o cómo reaccionar.

Laura cerró la caja con cuidado y la dejó de nuevo en el cajón. Sintió una mezcla de emociones, desde la sorpresa y la confusión hasta una punzada de tristeza.

Laura, decidida a aclarar sus dudas, envió un mensaje a Isabella, explicando que no se sentía bien, por lo que no podría asistir a clases y si podría regresar con ella. También envió un mensaje a Daniel, diciéndole que se sentía mal.

Poco tiempo después, Laura recibió respuestas de ambos. Isabella expresó su preocupación y le deseó que se recuperara pronto, mientras que Daniel también respondió con una promesa de visitarla más tarde. Sin embargo, las respuestas de ambos solo aumentaron las dudas de Laura, ya que eran respuestas evasivas.

Laura se vistió rápidamente y salió en dirección a la universidad. Una vez allí, mantuvo su distancia y siguió a Isabella en secreto, tratando de averiguar si se encontrara con Daniel en algún lugar.

Laura observó desde lejos mientras Isabella salía del campus, mirando su reloj en varias ocasiones y pareciendo nerviosa. Después de un tiempo, Isabella se detuvo en un parque poco transitado que parecía ser un punto de encuentro, Laura no pudo evitar notar la tensión en el ambiente.

Poco después, vio a Daniel acercándose a Isabella. Su corazón se hundió cuando los vio abrazarse y compartir un beso apasionado. Laura se sintió devastada por lo que estaba presenciando. Sus sospechas se habían confirmado, y el mundo que conocía parecía estar desmoronándose a su alrededor.

Laura no sabía cómo reaccionar. Se quedó en su escondite, con el corazón roto, sin saber qué hacer a continuación.

Con el corazón apretado y la necesidad de entender lo que estaba sucediendo, Laura se acercó sigilosamente, escondida entre los árboles y arbustos cercanos, para poder escuchar la conversación entre Isabella y Daniel. La ansiedad la embargaba, pero necesitaba saber la verdad.

Isabella y Daniel estaban hablando en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que Laura pudiera oír. La tensión en el aire era palpable. Laura se esforzó por contener las lágrimas mientras escuchaba.

Isabella dijo con voz firme: “Daniel, ya ha pasado mucho tiempo. No puedo seguir siendo la amante en la sombra. Estoy cansada de esconder nuestro amor. Si realmente me amas, debes dejar a Laura y estar conmigo de una vez por todas.”

Las palabras de Isabella golpearon a Laura como un puñetazo en el estómago. Se sentía traicionada y devastada al escuchar a su hermana y a su novio hablando de esa manera.

Daniel respondió, “Lo sé, Isa. Pero es complicado. No quiero lastimar a Laura, pero también te amo.”

Laura se dio cuenta de que estaba escuchando una conversación que no estaba destinada a ser escuchada por sus oídos, pero ya no podía retroceder. Estaba atónita y abrumada por la situación.

Mientras Isabella y Daniel continuaban su conversación, Laura se quedó allí, escondida entre las sombras, luchando con sus emociones.

El mundo de Laura se desmoronaba a su alrededor mientras veía a Daniel e Isabella partir juntos en un taxi. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón se hundió aún más al saber exactamente a dónde se dirigían y lo que planeaban hacer.

La traición de su hermana y su novio había dejado a Laura con una sensación de profunda angustia. Se sentía herida, engañada y devastada. Las náuseas y la sensación de que todo le daba vueltas se apoderaron de ella mientras estaba parada al lado del árbol, viendo cómo el taxi se alejaba.

Con lágrimas en los ojos y sintiéndose extremadamente enferma, Laura decidió que ya no podía soportar más y necesitaba refugiarse en su departamento. Tomó un autobús de regreso a su hogar y, cuando llegó, se derrumbó en su cama, incapaz de contener su dolor y sufrimiento.

Laura estaba emocional y físicamente agotada. Su mente daba vueltas, tratando de asimilar la traición que acababa de presenciar. Las lágrimas no dejaban de caer mientras su corazón se rompía en pedazos.

Laura canalizó su dolor y rabia de una manera retorcida mientras gritaba su frustración en la almohada. Sus emociones eran un torbellino de ira, tristeza y confusión.

Se levanta y se posa frente al espejo, con el corazón hecho añicos. La traición de Daniel, su novio desde hace años, y de Isabella, su propia hermana, pesaba sobre ella como una losa insoportable. Sus ojos estaban llenos de ira contenida y dolor profundo. Empezó a hablar consigo misma, su voz temblaba en el silencio de la habitación.

“Daniel, ¿cómo pudiste hacerme esto? Éramos más que novios, éramos cómplices, confidentes, compañeros de vida”, murmuró Laura, su voz quebrándose al mencionar el nombre de su amor traicionado. “Y tú, Isabella, mi propia hermana, ¿cómo pudiste traicionarme de esta manera?”

Mientras continuaba mirándose a los ojos en el espejo, sus pensamientos se volvían más angustiosos. La ira crecía en su interior, y su determinación de buscar venganza se fortalecía con cada palabra.

“Ellos me han destrozado, han hecho pedazos mi corazón y mi confianza”, susurró Laura. “No puedo soportarlo. Tienen que pagar. No me dejaré humillar de esta manera.”

La expresión en el espejo le devolvía una imagen desgarradora de su propia locura y obsesión. Estaba atrapada en un torbellino emocional, consumida por su deseo de hacer que su novio y su propia hermana pagaran por su traición.

“Ya no seré la víctima”, continuó hablándose a sí misma.

Mientras se hundía en la oscuridad de su dolor, su mente solo pensaba en devolver el golpe. No era su naturaleza ser vengativa, pero la traición la había empujado a un punto en el que sentía una necesidad de hacerlo.

Laura tomó la decisión de mantener la verdad en secreto, al menos por el momento. A pesar del dolor que sentía por la traición, quería actuar de manera normal.

Esperando ansiosamente en su departamento, con un nudo en la garganta y una mirada de determinación en los ojos. Sabía que esta decisión cambiaría su vida para siempre.

Isabella y Daniel llegaron juntos, una imagen que le produjo un nudo en el estómago. La sorpresa se reflejó en su rostro, y con un tono tranquilo preguntó: “¿Por qué llegan juntos?”

Isabella respondió rápidamente: “Nos encontramos de casualidad en la salida y regresamos juntos para estar aquí lo más pronto posible y ver cómo estabas”. Su voz sonaba natural, pero Laura notó una tensión apenas perceptible en su expresión.

Los ojos de Laura se estrecharon ante la respuesta de Isabella, pero asintió débilmente. “Gracias. Supongo que estoy un poco mejor ahora que ustedes están aquí”.

Mientras Daniel se sentaba junto a Laura y la abrazaba con una expresión preocupada, le ofreció palabras de apoyo y consuelo. “Espero que te mejores pronto amor”, le susurró, “y si necesitas cualquier cosa, no dudes en decírmelo” mientras le daba un beso en la frente. Laura asintió, tratando de parecer agradecida, pero su mente ardía de ira contenida. Por dentro, se repetía a sí misma: “No sabes cuántas ganas tengo de golpearte maldito idiota”.

La ironía de la situación no se le escapaba a Laura. Mientras fingía debilidad y aprecio por las palabras de Daniel.

Isabella, preocupada por el malestar de Laura, decidió abordar el tema. “Laura, ¿por qué estás tan afectada? Cuéntame qué está pasando.”

“¿En verdad quieres saber?, perra” pensó Laura para sí misma.

Laura respiró profundamente, manteniendo su fachada de debilidad. “Me eligieron para la comitiva del festival de la universidad”, respondió con una mentira bien adaptada, “es mucho trabajo y creo que la noticia me sacudió un poco. Además, con todo lo que hice ayer en el malecón, me sentía cansada.”

Isabella asintió comprensivamente, sin sospechar el tormento que se ocultaba detrás de la aparente preocupación de Laura. La escena estaba cuidadosamente montada, y Laura esperaría pacientemente el momento adecuado.

El evento de la universidad estaba muy cerca, y Laura se había integrado en la comitiva de organización.

El evento prometía ser una fiesta masiva de disfraces en el estacionamiento del parque a la orilla del bosque, con música en vivo y una gran diversión. Laura sabía que esta sería la ocasión perfecta para llevar a cabo su plan, pero también sabía que debía mantener la compostura y actuar como si nada hubiera cambiado.

Durante los días previos a la festividad, Laura se enfocó en sus tareas de organización y trabajó duro junto con el resto del equipo. Mantuvo una fachada de normalidad, aunque por dentro seguía quemando su deseo de venganza.

A medida que la festividad se acercaba, Laura comenzó a ejecutar su plan, asegurándose de que todo estuviera en su lugar para el momento oportuno. Sabía que todo debía ser cuidadosamente planeado.

Laura estaba decidida a mostrar que no podían burlarse de ella impunemente. Aunque su corazón seguía roto, su determinación era férrea.

En pleno armado del escenario, Laura comenzó a notar patrones de comportamiento inusual en Isabella y Daniel. Isabella se volvía cada vez más evasiva, y sus respuestas a los mensajes de Laura eran cada vez más tardías. También notó que David, había comenzado a desaparecer en circunstancias sospechosas. Este comportamiento de la pareja de traidores siempre había estado, pero, ahora que Laura sabía la verdad ya era consciente de ellos.

Laura sabía exactamente lo que sucedía entre ellos cada vez que Isabella estaba ausente o no respondía a sus mensajes. Lo que llenaba más de ira su corazón, ¿desde cuándo? se preguntaba cuando pensaba en Isabella.

La noche del evento finalmente llegó, y Laura se preparó cuidadosamente. Se disfrazó de una bruja con un vestido negro impresionante y un maquillaje que realzaba sus rasgos, resaltando su belleza natural.

Cuando Laura llegó al evento, los asistentes no pudieron evitar mirarla con admiración. La belleza y la elegancia de su disfraz de bruja no pasaron desapercibidas, y su presencia causó un impacto en todos los presentes. Daniel, que estaba con Isabella, no pudo evitar sentir celos al ver cómo otros hombres la miraban y elogiaban su apariencia.

Daniel no pudo contener su inseguridad y le dijo a Laura, con un tono de celos en su voz: “¿Por qué tienes que llamar la atención de todos? Siempre te comportas como si fueras el centro de atención.”

Isabella, que estaba al lado, no pudo ocultar su expresión de enojo y celos ante el comentario de Daniel. Laura, sin embargo, respondió con calma y una sonrisa misteriosa en el rostro: “Oh, Daniel, solo estoy siguiendo el ambiente de la fiesta, ¿no es así? No todos los días uno puede ser una bruja elegante”

Unas horas más tarde, Laura había esperado el momento adecuado y, viendo la multitud que llenaba el lugar, decidió poner en marcha la siguiente fase de su plan. Con la música atronadora y la multitud a su alrededor, sabía que podía actuar sin llamar demasiado la atención.

Laura se acercó a Isabella y le dijo en voz alta, tratando de hacerse oír por encima de la música, “Isa, me estoy sintiendo muy mal. ¿Me acompañarías a la carpa del almacén para que pueda descansar un rato?”

Isabella asintió preocupada y le gritó en el oído a Daniel, “Voy a acompañar a Laura a la carpa, ¡no tardo!”

Daniel, ocupado disfrutando de la fiesta, asintió distraídamente, y las dos se alejaron en dirección a la carpa. Laura sabía que había dejado a Daniel solo en medio de la multitud, y eso era parte de su plan.

Cuando estaban en la carpa, Laura le contaba a Isabella sobre su preocupación por el éxito evento mientras le ofrecía una botella de agua.

Isabella, exhausta por la noche de baile y diversión, no dudó en aceptar la botella y la bebió de un solo trago. Mientras seguía platicando sobre el evento. Poco después, empezó a sentirse mareada y confundida, y antes de que pudiera comprender lo que estaba sucediendo, cayó al suelo, incapaz de mantenerse en pie.

Laura no pudo evitar reírse de la situación. Con una sonrisa retorcida, se acercó a Isabella y le dijo: “¿Qué pasa, Isa? ¿Acaso no te dije? El agua que bebiste estaba mezclada con un fuerte tranquilizante.”

Isabella, aún aturdida y desorientada, no pudo responder. Estaba completamente sorprendida y confundida por lo que acababa de ocurrir. Mientras Laura seguía riéndose, Isabella se esforzó por entender la situación y por qué su hermana la había atrapado de esta manera.

Laura tomó el celular de Isabella, usando su rostro para desbloquear el teléfono, comenzó a revisar los mensajes y las imágenes que habían estado intercambiando. Lo que encontró la llenó de rabia y tristeza.

Había mensajes que databan de mucho tiempo atrás, revelando que la traición de Daniel e Isabella se venía gestando durante un largo período de tiempo. Las conversaciones estaban llenas de confidencias, mensajes de amor y ternura, además de fotos de ellos juntos en viajes y citas románticas.

Laura vio imágenes de Daniel e Isabella abrazados en hermosos destinos, compartiendo momentos íntimos que deberían haber sido solo para ella y Daniel. Los mensajes estaban llenos de sensualidad y pasión, y Laura sintió cómo su corazón se rompía aún más al ver pruebas concretas de la traición.

La rabia se apoderó de Laura mientras seguía revisando los mensajes y las fotos. Había quedado claro que Daniel e Isabella habían estado llevando una relación a sus espaldas durante mucho tiempo.

Las manos de Laura temblaban mientras pasaba de un mensaje a otro, viendo cómo los dos individuos se burlaban de ella. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero se negó a derramarlas. La furia ardía en su interior, y su mente estaba en pleno caos.

“¡No puedo creerlo! ¡No puedo creer que me hayan engañado de esta manera!” exclamó en voz alta, su voz temblorosa pero cargada de ira. “Todo hubiera estado perfecto, pero tenían que echarlo a perder” dijo con rabia en su voz.

Después de asegurarse de que Isabella estuviera bien amarrada y sin posibilidad de escape, Laura la colocó en la carretilla. Posteriormente apago todas las luces de la carpa y quedó en oscuridad total. El sonido de las risas y la música de la fiesta resonaba en la distancia mientras Laura empujaba silenciosamente la carretilla a través del oscuro camino que conducía a una cueva a varios minutos de distancia a la orilla de un arroyo.

Con su vestido negro y en plena oscuridad pasó completamente desapercibida.

Los minutos se extendían como horas mientras Laura avanzaba con determinación, cada chirrido de la carretilla resonaba en su mente como un eco de su propia angustia. El sendero, iluminado solo por la tenue luz de la luna, estaba rodeado de árboles siniestros que danzaban a medida que avanzaba hacia la entrada de la cueva.

Finalmente, llegaron a su destino: una cueva oculta, alejada de las miradas curiosas de la fiesta. Laura detuvo la carretilla y miró a su hermana, con los ojos llenos de una mezcla de ira y tristeza.

Aprovechó la oportunidad para usar el teléfono de Isabella y enviar un mensaje a Daniel.

Laura escribió un mensaje a Daniel, tratando de imitar la forma de escribir de Isabella. En el mensaje, le dijo a Daniel que Laura se sentía muy mal y que se había tenido que ir a casa, ofreciéndole la oportunidad de pasar tiempo íntimo sin molestias. Laura incluyó la ubicación exacta del lugar donde se encontraba.

No pasó mucho tiempo antes de que Daniel respondiera, aparentemente emocionado por la oportunidad de estar solo con Isabella. Laura observó con furia cómo el mensaje de Daniel confirmaba que estaba en camino rápidamente.

La ira y la rabia llenaron a Laura mientras esperaba a Daniel.

Daniel se escabullo de la fiesta sin decir nada y fue corriendo hacia el destino planeado, después de varios minutos llegó al lugar indicado en el mensaje que Laura le envió. La cueva, envuelta en la penumbra, estaba iluminada apenas por la luz de algunas antorchas estratégicamente colocadas. Mientras entraba, Daniel miró a su alrededor, impresionado por la elección de Isabella para el encuentro.

“Vaya, Isabella, te luciste con este lugar”, dijo Daniel en voz alta, su tono llevando una mezcla de admiración y expectación. “Aquí nadie nos podrá molestar.”

La tenue luz delineaba su figura mientras se adentraba más en la cueva.

Daniel mientras caminaba sintió un fuerte golpe en la espalda que lo dejó aturdido y lo hizo perder la conciencia.

Laura lo había atacado con una antorcha y con un golpe tan fuerte que dejó a Daniel inconsciente en el suelo.

Con Daniel en el suelo, Laura se quedó mirando a su alrededor, consciente de que había cruzado una línea sin retorno.

La frialdad de la gasolina empapándolos y su fuerte aroma los sacó de su inconsciencia.

Daniel e Isabella comenzaron a despertar lentamente, sintiendo la humedad y el olor a gasolina a su alrededor. Estaban confundidos y asustados, sin comprender completamente lo que estaba sucediendo.

Con los ojos abiertos, Daniel e Isabella se dieron cuenta de que estaban amarrados y de que Laura estaba de pie frente a ellos, sosteniendo una antorcha.

Al darse cuenta de la gravedad de la situación, Daniel e Isabella comenzaron a desesperarse. Sus ojos se encontraron, reflejando el miedo compartido mientras las llamas titilaban en la entrada de la cueva.

“¡Laura! ¡Por favor, sácanos de aquí!” gritó Daniel, su voz cargada de pánico. Isabella, igualmente aterrada, se unió a él en un coro de ruegos desesperados. “Por favor, no hagas esto”.

“¡Lo sé! ¡Lo sé todo!”, gritó Laura con lágrimas en los ojos. “Sé de tu infidelidad, Daniel, con mi hermana. Me han engañado a mí durante tanto tiempo.”

Laura continuó, su voz temblorosa de emoción y rabia. “Durante años, confié en los dos, éramos una familia, y todo este tiempo me traicionaron a mis espaldas. Toda nuestra historia, todos los momentos que compartimos… ¡todo era una mentira!”

El dolor que sentía Laura era evidente en su voz y en su mirada. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y su voz se quebraba mientras expresaba su sentido de traición.

Daniel tomó un profundo aliento y trató de calmar la situación. “Laura, por favor, necesitas escucharnos. Lo que hicimos fue un error, una terrible equivocación. Te amo a ti y…”.

Laura lo interrumpió con un gesto furioso. “¡No me hables de amor! ¿Amor? Después de lo que hicieron, ¿cómo puedes mencionar esa palabra?”

Isabella también intentó hablar, su voz temblorosa resonando en la oscura cueva. “Laura, lo siento tanto. No queríamos lastimarte, pero todo se salió de control. Fue un error terrible”. Sus ojos, llenos de lágrimas, buscaban desesperadamente algún indicio de compasión en el rostro implacable de su hermana.

La amargura en la voz de Daniel era evidente mientras continuaba: “Tú eres mi vida, Laura. Lo que teníamos, lo que tenemos… Nunca quise lastimarte. Pero me sentía tan atrapado, tan confundido…”

Laura soltó una risa amarga. “Confundido, ¿dices? ¿es esa tu excusa? tuvieron tiempo más que suficiente para detenerse, para decirme la verdad. Pero eligieron ocultármelo.”

Isabella, atormentada por la desesperación, continuó suplicando entre sollozos. “¡Por favor, Laura, entiende! No sabíamos que esto llegaría tan lejos. No queríamos hacerte daño”. Sus manos temblaban mientras intentaba inútilmente liberarse de las ataduras.

Laura los miró con desdén. “Oh, sí, cuéntame más. ¿Cómo pueden justificar esto? ¡Me engañaron durante años! Toda nuestra relación, todo fue una mentira.”

Daniel, con voz temblorosa, “Laura, por favor, no sigas. Cometimos un error terrible, pero podemos arreglar las cosas si nos das la oportunidad de explicarte”, suplicó, sus palabras resonando en las frías paredes de roca.

Isabella, a su lado, asentía con frenesí mientras intentaba reforzar las palabras de Daniel. “Sí, por favor, Laura. Fue un error, pero podemos cambiar, podemos hacerlo bien. No merecemos esto, hablemos tranquilamente”, agregó, su voz temblorosa mezclándose con la de Daniel en una sinfonía discordante de ruegos.

Laura los miró con una expresión gélida, su mirada cargada de amargura y determinación. Cada palabra que pronunciaba cortaba el aire con una frialdad que helaba el corazón de Daniel e Isabella.

“¿Hablar? Eso no será posible”, dijo Laura con voz serena pero cargada de una intensidad que enviaba escalofríos por la espalda.

“¿Saben por qué?”

“Porque los muertos no hablan.”

Las palabras resonaron como un veredicto ominoso.

Laura, con la antorcha encendida en la mano, con un gesto decidido, arrojó la antorcha hacia los dos, envolviéndolos en llamas.

El estruendo de las llamas y los gritos desesperados de Daniel e Isabella se alzaban con las llamas, creando una atmósfera aterradora y siniestra. En medio de la música alta de la fiesta, los gritos de los dos amantes traicioneros caían en oídos sordos.

Laura permanecía de pie a cierta distancia, observando las llamas que los consumían, la luz naranja y dorada de las llamas danzantes iluminaba su rostro y una sonrisa retorcida se formó en sus labios.

Con una mirada imperturbable, comenzó a recoger sus pertenencias dispersas por la cueva, asegurándose de no dejar rastro alguno. La antorcha se apagó finalmente, sumiendo la cueva en la oscuridad más absoluta.

Entre los árboles decidió dar una última mirada, al darse la vuelta antes de marcharse, su mirada se posó una última vez en la entrada de la cueva. Lo que vio le heló la sangre, animales salvajes atraídos por el aroma de la carne quemada husmeaban alrededor, entrando y saliendo, llevándose partes de los cuerpos. Un escalofrío recorrió su espalda.

Con pasos resueltos, se alejó, dejando atrás la oscura cueva.

Laura regresó a la fiesta como si nada hubiera pasado, donde la música retumbaba y la multitud seguía bailando y divirtiéndose, mientras se mezclaba con la multitud, Laura sonrió, disfrutando de la música y de la compañía de sus amigos.

Laura, varios días después, se encontraba en la universidad, llorando desconsoladamente mientras sus amigos la rodeaban con palabras de aliento y apoyo. La noticia sobre la traición de Daniel e Isabella se había propagado entre sus amigos y seres queridos, y todos estaban conscientes de la difícil situación por la que estaba pasando.

Mientras Laura lloraba, sus amigos la abrazaban y le ofrecían palabras de consuelo. Le recordaban cuánto la valoraban y cuánto la querían, y le aseguraban que siempre estarían ahí para ella en los momentos difíciles.

La solidaridad y el apoyo de sus amigos le brindaban un consuelo necesario en medio de su dolor.

La historia que Laura había ideado para ocultar la verdad sobre su venganza había funcionado a la perfección. Nadie sospechaba que ella había estado detrás de la desaparición de Daniel e Isabella. En cambio, todos creían la versión de que los amantes habían huido juntos para comenzar una nueva vida.

Laura había utilizado las fotografías y mensajes privados que encontró en los teléfonos celulares de Daniel e Isabella para crear una narrativa creíble. Compartió esta historia con sus amigos y conocidos, quienes la veían como una víctima de una traición amorosa, completamente ajena a lo que realmente había sucedido.

Tiempo después, Laura se encontraba en su habitación, contemplando el atardecer a través de la ventana. Había pasado un tiempo desde los eventos que habían sacudido su vida, y la calma había regresado. Su plan había funcionado a la perfección. Daniel e Isabella habían desaparecido de la ciudad, y nadie tenía motivo para sospechar que ella había tenido un papel en su partida.

Una sonrisa retorcida se formó en los labios de Laura mientras murmuraba para sí misma: “Nadie dirá nada… porque los muertos no hablan.”

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