Traición en la Noche de Terror

Era una noche oscura y ventosa en vísperas de Halloween cuando Regina, Daniel y Matías recibieron una invitación misteriosa para una fiesta en una mansión abandonada. La invitación llegó sin remitente, solo un sobre negro y siniestro que apareció en sus buzones sin previo aviso. Aunque dudaban al principio, la curiosidad y la emoción por una noche de diversión los llevó a aceptar la invitación.

Con el tiempo, los tres amigos llegaron a la dirección indicada en la invitación. La mansión se alzaba ante ellos, una estructura imponente y decadente, rodeada de un denso bosque de árboles retorcidos que parecían susurrar secretos oscuros al viento. Las ventanas estaban rotas, y la pintura descascarada de las paredes daba una impresión de abandono que les erizaba la piel.

Un viento frío soplaba a través del bosque y, mientras se acercaban, los crujidos de la mansión hacían eco en la noche, como susurros de un pasado olvidado. El cielo estaba nublado y la luna apenas se asomaba, arrojando sombras inquietantes sobre la mansión.

Cuando Regina, Daniel y Matías entraron en la mansión, una escalofriante sensación de malestar los invadió de inmediato. La entrada estaba adornada con luces parpadeantes y decoraciones de Halloween que parecían retorcidas y siniestras. Calaveras, velas negras y velas derretidas decoraban las mesas, y en las paredes colgaban pinturas que parecían mirar fijamente a los visitantes.

Los otros invitados a la fiesta, todos desconocidos para los 3 amigos, actuaban de manera extraña. Hablaban en susurros, intercambiaban miradas furtivas y evitaban el contacto visual. Algo no cuadraba, y la sensación de que habían entrado en un lugar peligroso comenzó a pesar en sus corazones.

Pero lo más inquietante eran los símbolos que adornaban la mansión. Extraños pentagramas y figuras geométricas decoraban las paredes, y un altar oscuro se encontraba en el centro de la sala principal. No eran decoraciones comunes de Halloween; parecían formar parte de algún ritual macabro.

A medida que la noche avanzaba, los amigos comenzaron a sentirse atrapados en la mansión. Las puertas y las ventanas parecían selladas, y cada vez que intentaban salir, se encontraban en una habitación diferente, como si la mansión misma los estuviera confundiendo y retorciendo en su interior.

El ambiente se volvía más tenso con cada minuto que pasaba, y los amigos se miraban nerviosamente entre ellos. Se dieron cuenta de que algo estaba terriblemente mal, y la diversión inicial se desvaneció ante una creciente sensación de peligro. No sabían que habían caído en las garras de un culto siniestro que tenía planes aterradores para ellos.

Mientras continuaban explorando la mansión en busca de una salida, la atmósfera opresiva persistía, y la sensación de que algo estaba terriblemente mal se hacía más intensa con cada paso. Cada puerta que abrían los llevaba a un lugar diferente, como si la mansión misma se burlara de su desesperación.

Después de un tiempo de exploración, llegaron a un pasillo que parecía distinto a los demás. Las luces parpadeaban de manera intermitente, creando sombras que parecían danzar en las paredes. Regina, Daniel y Matías intercambiaron miradas nerviosas antes de continuar avanzando.

Fue entonces cuando encontraron una puerta que parecía más imponente y decorada que las demás. La puerta estaba adornada con símbolos misteriosos tallados en la madera, y una tenue luz proveniente del interior se filtraba por las rendijas.

Matías, siempre ansioso por mostrar liderazgo en situaciones inciertas, se adelantó y giró la chapa de la puerta. La puerta se abrió lentamente, revelando una habitación grande y en penumbra que parecía ser el epicentro de la extrañeza que envolvía la mansión.

En el centro de la habitación se encontraba un altar oscuro adornado con velas negras. Sobre el altar había una serie de extraños objetos rituales, como candelabros, inciensos y pequeñas estatuas grotescas. Las paredes estaban cubiertas de símbolos y escrituras incomprensibles, y un pentagrama gigante estaba dibujado en el suelo.

Los tres se quedaron paralizados por un momento, sintiendo una presencia siniestra en la habitación. Matías, sin embargo, parecía intrigado por algo más. Mientras sus amigos estaban ocupados examinando la extraña decoración de la sala, él se agachó y encontró una daga antigua escondida entre los objetos rituales.

La daga estaba ornamentada con grabados enigmáticos y parecía emanar una extraña energía. Matías, sin que sus amigos se dieran cuenta, deslizó la daga bajo su abrigo y la ocultó hábilmente en su cinturón. Sus ojos reflejaban determinación y un oscuro propósito mientras planeaba cómo usarla en su propio beneficio.

Después de un momento, salieron de la sala de rituales.

Mientras avanzaban por la mansión, Matías aprovechó cada oportunidad para llevar a Regina y Daniel a diferentes partes del edificio, con la excusa de encontrar una salida más rápido.

La mansión, con su arquitectura retorcida y pasillos enigmáticos, comenzaba a parecer un laberinto sin fin.

Matías llevó a Daniel a una habitación apartada, bajo el pretexto de verificar una posible salida. Matías con la daga antigua que había encontrado en la habitación de rituales, cometió el acto de traición más atroz. Apuñaló a su amigo por la espalda, el brillo de la daga reflejaba su oscura resolución.

Daniel, sin entender lo que estaba sucediendo, cayó al suelo sin vida, con una expresión de asombro en su rostro. La habitación se llenó de silencio, solo roto por el latido descontrolado del corazón de Matías. Con manos temblorosas, escondió la daga manchada de sangre bajo su abrigo y abandonó la habitación.

Cuando Matías volvió a reunirse con Regina en el pasillo, ella, ajena a la traición que había ocurrido, lo miró con ansiedad. “¿Dónde está Daniel?”, preguntó con voz temblorosa.

Matías, intentando ocultar su culpa, mintió con un tono fingido de preocupación. “Daniel debe haber encontrado una salida y escapado de la mansión”, respondió, mientras sus ojos reflejaban una oscuridad oculta.

Regina, aunque aliviada de que su pareja podría estar a salvo, aún sentía una inquietud creciente. La mansión parecía confabularse para mantenerlos atrapados en su interior, como si estuviera viva y jugara con ellos.

Mientras avanzaban por la mansión, la atmósfera se volvía cada vez más inquietante. Las velas parpadeaban ominosamente, las sombras se retorcían en las paredes y el susurro del viento se intensificaba. Regina, sin sospechar nada sobre el oscuro secreto de Matías, comenzaba a sentir que algo no estaba bien.

La energía maligna, liberada por el ritual del culto, comenzó a acechar a la pareja mientras avanzaban por la mansión. Regina comenzaba a experimentar visiones aterradoras y escuchaba susurros que resonaban en su mente. Cada vez que miraba a su alrededor, parecía que la mansión se transformaba ante sus ojos, llenándose de pesadillas vivas.

Matías, a pesar de su oscuro acto de traición, no estaba a salvo de la influencia del espíritu maligno. El ente parecía percibir la oscuridad en su corazón y lo acosaba con visiones horripilantes.

A medida que avanzaban por la mansión, Regina se volvía más ansiosa y desconfiada. Miraba a Matías con sospecha, pero él continuaba actuando como si fuera su protector en medio de la pesadilla.

Sin embargo, cada vez que abrían una nueva puerta, Regina sentía que la mansión misma conspiraba para separarlos y mantenerlos en el laberinto de pesadillas que se había convertido en su realidad.

Mientras Matías y Regina yacían en un estado de pesadilla en la oscura habitación de la mansión, los miembros del culto, ocultos en las sombras, acechaban sigilosamente. Sus ojos brillaban con una maldad insondable mientras observaban a los dos amigos retorcerse en sus pesadillas, atrapados en las visiones aterradoras que el espíritu maligno les había impuesto.

Sin previo aviso, los miembros del culto se abalanzaron sobre Matías y Regina. Con una rapidez inquietante, los ataron y los arrastraron hacia la sala de rituales. Regina y Matías eran incapaces de defenderse, atrapados en un estado de pesadilla que les había dejado impotentes.

Al llegar a la sala de rituales, la vista que les esperaba era aterradora. El cuerpo sin vida de Daniel yacía sobre un monumento, rodeado de velas negras y símbolos siniestros. Regina, con los ojos llenos de horror y el corazón destrozado al ver a su amado, comenzó a gritar su nombre con una euforia trágica. Sus gritos desgarradores llenaron la habitación, llenos de dolor y desesperación.

Mientras tanto, los miembros del culto comenzaron a prepararse para el ritual final. Los cánticos oscuros y los gestos enigmáticos llenaron la sala, mientras intentaban reunir la energía maligna que habían liberado. La energía en la sala se volvió más densa, y el poder del ente maligno se fortaleció.

Matías, aprovechando la distracción de los miembros del culto mientras se concentraban en el ritual, deslizó la daga que había escondido bajo su abrigo, poco a poco fue desgastando la cuerda que lo ataba, cuando quedo libre se abalanzó contra el líder del culto.

El líder emitió un grito de dolor y sorpresa antes de caer al suelo, perdiendo la vida. La daga, manchada de sangre, había roto el hechizo que sostenía el líder del culto.

El efecto fue instantáneo y catastrófico. El ritual se rompió, y la casa de la mansión comenzó a tambalearse. La energía siniestra que había impregnado el lugar comenzó a disiparse, y la mansión dejó de ser un lugar de pesadilla. Los asistentes de la fiesta, que habían estado bajo la influencia del culto, comenzaron a recobrar la conciencia y el pánico se apoderó de ellos.

En medio de la confusión y el caos, Matías tomó a Regina y la sacó de la sala de rituales antes de que pudieran ser atrapados nuevamente. La mansión, que había sido una prisión de terror, ahora se derrumbaba en caos y desorden mientras los asistentes de la fiesta huían en busca de seguridad.

La verdad sobre la traición de Matías quedó oculta en medio de la confusión y el horror, pero Regina y Matías habían sobrevivido a la pesadilla. Salieron de la mansión juntos, marcados por la experiencia aterradora que habían vivido, pero unidos por la necesidad de dejar atrás la oscuridad que los había rodeado en esa noche de Halloween.

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